La cuarta reunión de la negociación nuclear entre Estados Unidos e Irán se aplaza sin fecha
Teherán suspende otro encuentro con el Reino Unido, Francia y Alemania después de la imposición de nuevas sanciones por parte de Washington
La cuarta ronda de conversaciones entre Irán y Estados Unidos sobre el programa nuclear iraní, que debía celebrarse en Roma este sábado, ha sido aplazada sin fecha después de que el miércoles, Washington anunciara sanciones adicionales a empresas relacionadas con las exportaciones de petróleo iraní. La Administración de Donald Trump ha justificado estas nuevas medidas de castigo —que se suman a una dura batería de restricciones que asfixian desde hace años la economía iraní—, aludiendo al apoyo de Teherán a la milicia Huthí en Yemen. Este viernes, Irán ha anunciado también la anulación de un encuentro con representantes de tres potencias europeas, Francia, el Reino Unido y Alemania, previsto igualmente en la capital italiana.
El aplazamiento sine die de las negociaciones empaña el cauto optimismo que había presidido las tres rondas negociadoras mantenidas hasta ahora entre Washington y Teherán para tratar de conseguir un nuevo acuerdo sobre el programa nuclear iraní. El pasado 12 de abril comenzó ese diálogo con una reunión en Omán, el país mediador. Ese encuentro fue el primero reconocido públicamente entre Estados Unidos e Irán desde que la Administración de Donald Trump abandonara hace siete años, en el primer mandato del republicano, un trascendental pacto sobre el programa nuclear alcanzado en 2015.
El Plan de Acción Integral Conjunto (JCPOA en sus siglas en inglés) —entre Irán, Estados Unidos, tres potencias europeas (Francia, el Reino Unido y Alemania), además de Rusia y China—, obligaba a Teherán a limitar su programa de enriquecimiento de uranio y someterlo a una estricta supervisión internacional para garantizar que no fabricara armas atómicas. A cambio, Teherán obtuvo un alivio progresivo de las sanciones internacionales hasta que, en 2018, Trump lo abandonó unilateralmente y restableció las medidas de castigo de EE UU contra la economía iraní.
El ministro iraní de Asuntos Exteriores, Abbas Araghchi, confirmó este jueves por la noche en la red social X que la cuarta ronda del diálogo nuclear con Washington había sido aplazada. “Junto con los interlocutores omaníes y estadounidenses, hemos decidido posponer la cuarta ronda de conversaciones por razones logísticas y técnicas”, recalcó el jefe de la diplomacia de Teherán, que encabeza la delegación política de su país en las negociaciones que han transcurrido en Mascate, la capital de Omán, y Roma, aunque siempre bajo mediación omaní.
Araghchi recalcó luego que “por parte de Irán, no hay cambios” en su “determinación de lograr una solución negociada”. El ministro subrayó luego que su país está “más decidido que nunca a lograr un acuerdo justo y equilibrado: garantizar el fin de las sanciones y crear confianza en que el programa nuclear de Irán seguirá siendo siempre pacífico”, al mismo tiempo que se asegura de que “se respeten plenamente los derechos iraníes”.
También el jefe de la diplomacia omaní, Badr al Busaidi, atribuyó el jueves el aplazamiento de las conversaciones a “razones logísticas”. Tras la tercera ronda de contactos del sábado 26 de abril, el sultanato divulgó un comunicado en el que anunció un nuevo encuentro entre Irán y Estados Unidos este sábado 3 de mayo. Sin embargo, un portavoz del Departamento de Estado aseguró más tarde que Washington no había confirmado su participación en una cuarta reunión y remitió su celebración a un impreciso “futuro próximo”.
Un funcionario iraní puntualizó el jueves bajo anonimato, a esa misma agencia de noticias, que la nueva fecha para la cuarta ronda negociadora se fijará “en función del enfoque de Estados Unidos”. Luego aludió de forma explícita a que “las sanciones de EE UU a Irán durante las conversaciones nucleares no están ayudando a las partes a resolver la disputa nuclear a través de la diplomacia”.
El miércoles, Washington impuso sanciones a varias entidades a las que acusó de participar en el comercio ilícito de petróleo y productos petroquímicos iraníes. Este mismo viernes, la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC) del Departamento del Tesoro de Estados Unidos ha publicado en su sitio web una serie de “medidas contra una red de facilitadores financieros y agentes de aprovisionamiento [de los] hutíes que trabajan en coordinación con Sa’id al-Jamal, un alto funcionario financiero hutí respaldado por el Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica de Irán”.
Washington ha bombardeado intensamente a esa milicia yemení aliada de Irán que, tras la ruptura unilateral del alto en fuego en Gaza por parte de Israel, ha vuelto a atacar a buques mercantes en el mar Rojo.
Tras el anuncio de las nuevas sanciones, Irán acusó a Estados Unidos de “comportamiento contradictorio y declaraciones provocadoras”.
Presiones de Israel
Irán ha afrontado la negociación nuclear de la que depende el alivio de las sanciones que ahogan a su economía —el dato de inflación oficial, que se considera infravalorado, ronda el 35% anual— con una línea roja: la del desmantelamiento de su programa de enriquecimiento de uranio. La delegación iraní se sienta además a la mesa de diálogo en medio de las amenazas, reiteradas por Trump, de que si no se alcanza un compromiso, Estados Unidos bombardeará Irán o apoyará a Israel para que lo haga.
Sin haber quedado descartada, esa exigencia maximalista, expresada por altos funcionarios de la Administración de Trump, parecía haber quedado aparcada a medida que se sucedían las tres primeras reuniones. La tercera, el sábado 26 de abril, que también había sido aplazada desde el miércoles anterior, transcurrió además de forma paralela al primer encuentro entre las delegaciones técnicas de ambos países. Ese mismo día, Irán sufrió una explosión en el puerto meridional de Shahid Rajai, en la ciudad de Bandar Abás, que mató al menos a 40 personas e hirió a unas 1.200.
Lo que se conoce como “escenario libio”; es decir, el desmantelamiento completo del programa nuclear —como sucedió a partir de 2003 en la Libia del coronel Muamar Gadafi— es el escenario preferido por Israel, que ha mostrado su desagrado por la negociación nuclear entre Estados Unidos y su némesis regional.
El 27 de abril, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, aludió al escenario libio e insistió en que el acuerdo debería asegurar el “desmantelamiento” del programa nuclear iraní y su capacidad para enriquecer uranio. El ministro de Exteriores iraní replicó a esa afirmación señalando que esas palabras “estaban fuera de la realidad”.
La Administración de Trump ha apoyado en ocasiones esa exigencia israelí, mientras que otras veces, sus altos funcionarios y el propio presidente han afirmado que bastaría con que Teherán garantice que no fabricará armas atómicas. El jueves, el secretario de Estado, Marco Rubio, aseguró que Irán no debería enriquecer uranio y que tendría que limitarse a comprar ese mineral enriquecido que las alimenta a otros países si quiere disponer de centrales nucleares civiles.
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